Primer grado

“Hay un camino que marcharemos,

juntos iremos tras la verdad,

la busco en ti, la busco en mí,

el mundo entero nos la dará.”

Este es uno de los lemas, que a modo de melodía pentatónica, se canta en el primer grado. Su contenido se ajusta maravillosamente, como imagen, para la nueva etapa que los niños entre 6 ½ y 7 años inician: la escolaridad como tal; el descubrimiento del mundo. Un mundo que para este momento evolutivo tiene la cualidad de “ser bello”.

Dicha etapa está marcada por transformaciones físicas tan evidentes, como el cambio de los dientes de leche por unos que no solamente son permanentes, sino que tienen unas características muy  propias e individuales. También se presenta un estiramiento de todo el cuerpo en general y un movimiento con sentido, mucho más estructurado, coordinado y equilibrado.

Despierta en el niño la capacidad de memoria y, de una representación, tan plástica y móvil,  que le permite vivir las imágenes mentales de una manera tal, que las puede transformar en sí mismo y hacer suyas las imágenes presentadas en clase, sea en el Dibujo de Formas, en las formas, Letras y Números que son introducidos por primera vez en primer grado, convirtiéndose en sólida base para su posterior escolaridad.

El conocimiento que el niño va adquiriendo del mundo, no está centrado exclusivamente en la adquisición de conceptos intelectuales,  ya que éste se presenta desde la experiencia directa y se encuentra permeado de imaginación, movimiento y arte en sus diferentes manifestaciones; música, pintura, dibujo, poesía, narrativa, dramatización. Se trata, entonces de descubrir el mundo desde una perspectiva holística e integral.

Segundo grado

La memoria, la imaginación, la alegría de la repetición rítmica y la capacidad de aprehender conceptos universales presentados en forma de imagen, son parte de lo que se observa en este grado.

Ahora la imitación al maestro se transforma en una relación directa que deriva en admiración según el ser del maestro. La percepción global del mundo va seccionándose y encuentra más matices. Dichos matices son producto de profundos sentimientos que relucen también en su estado de ánimo.  Inicia la intención de ir hacia el mundo, lo cual da espacio a las travesuras.

Lo curricular a esta edad radica en el cultivo del lenguaje materno; explorando la riqueza del mismo y la amplitud de su belleza. Tal lenguaje es herramienta para la expresión de sus sentimientos y emociones. Los conceptos se trabajan a través de imágenes casi vivas que tomarán forma en su rica imaginación.

La relación entre ellos se hace cada vez más contrastante y este contraste se acompaña con la narración de fábulas (cualidad más instintiva del ser humano) y las leyendas de los santos (cualidad más sublime del hombre).

Se continúa con el trabajo de motricidad gruesa y fina como base para el afianzamiento del cálculo y otros nuevos conocimientos. Se continúa con las competencias que iniciaron en el primer grado para crear nuevas habilidades como la pintura, las manualidades, el dibujo de formas, música, juegos.

tercer grado

El tercer año, alrededor de los 9 años, significa la cumbre de la niñez.

El niño vive una definida crisis. Se convierte en crítico de sus padres y maestros lo que se puede observar en su conducta.

El programa Waldorf ofrece ayuda práctica, ya que las materias que lo integran están combinadas teniendo en cuenta el interno desenvolvimiento del niño. Así lo práctico- real se extiende ante el niño como panorama de su porvenir.

Se continúan con los cursos y se introducen los oficios u ocupaciones humanas, así como la horticultura y la construcción de casas, que mediante la vivencia de estos, los conducen a sentir gratitud hacia lo que les rodea.